La Venus de Urbino es una pintura realizada por el maestro renacentista Tiziano. La obra data del 1538 y fue un encargo del hijo del duque de Urbino. Tiziano plasma en su Venus todo su talento y la pintura se convierte en una de las obras maestras del Renacimiento. No muy lejos de Urbino, la que fue su casa, la Venus de Urbino se conserva en Florencia, en la Galería Uffizi, uno de los museos más importantes del mundo. Sin duda un lugar acorde al nivel del genio de Tiziano y su genial pintura.
Una gran metáfora del matrimonio
La pintura nace del matrimonio entre el futuro duque de Urbino y su mujer. Para celebrar su unión, el duque contrata a Tiziano, uno de los grandes artistas de la época, para que le haga una pintura. La obra sería un regalo del hijo del duque a su mujer y así celebrar su matrimonio.
Tiziano crea entonces una obra que es una enorme representación del matrimonio, llena de simbolismo, metáforas y belleza. El centro de la pintura es una joven de bellos rasgos que yace desnuda en un lecho. La mujer tiene como único atuendo un brazalete y una anillo en su mano izquierda, indicando su condición de casada. Con esta mano izquierda cubre sus intimidades, que se sitúan justo en el centro de la pintura separando también las dos partes de la misma.
Esta Venus muestra el ideal de belleza de la época, con un gran erotismo y sensualidad. Su mirada se dirige directamente al espectador seductora, poderosa e invitante. Una Venus que aquí representa el ideal de una esposa en la intimidad del lecho matrimonial. A su vez, en el mismo lecho, un perro duerme a los pies de la Venus de Urbino. Este elemento de la pintura representa la fidelidad, mostrando cómo la sensualidad en el matrimonio debe ir unida a un comportamiento fiel. Y no debe mostrarse en otro lugar que no sea aquel lecho, donde la fidelidad, como el perro representado, duerme tranquila.
La Venus de Urbino: esposa, madre y amante
Algunas fuentes difieren de esta interpretación del perro durmiendo y la unen a una falta de fidelidad. A una fidelidad que no está con los ojos en Venus sino que ha bajado la guardia. Quizás intentando potenciar la imagen sensual de la Venus.
De todas maneras, la apertura de interpretación de los símbolos de la Venus de Urbino la hace una obra todavía más interesante si cabe.
Pasemos al lado derecho de la pintura donde, al fondo, una dama cuida de una niña que curiosea el interior de un baúl. Hay que remarcar que el lado izquierdo de la obra lo ocupa la el torso de Venus desnuda sobre un fondo oscuro, siendo sólo ella la protagonista. Su intimidad marca el centro de la pintura separando el lado carnal y pasional del matrimonio con el lado en la que se presenta a la mujer madre.
Esta dama atendiendo los juegos de una niña representa el lado maternal del matrimonio, formando así una unidad entre ambas partes. La mujer del futuro duque de Urbino tendría así una representación de la esposa ideal en una pintura preciosa y, el marido, un regalo de un enorme valor.
Nosotros, un motivo más para visitar la Galería Uffizi y disfrutar de una auténtica obra maestra de la historia del arte.